Tener buena salud significa ser capaz de disfrutar plenamente del tiempo del que disponemos, de gozar del mejor estado posible a lo largo de nuestra vida, y de evitar penosas y prolongadas batallas con la enfermedad.
La salud a largo plazo es el resultado de unas actitudes y hábitos saludables, tal como nos muestran cada vez más estudios científicos en el ámbito de la epigenética y la neurociencia. Es el resultado de una forma de entender la vida, de un estilo de vida. Y eres tú, y nadie más que tú, quien tiene el control sobre tu salud y tu calidad de vida.
Es obligatorio dejar de lado aquellos hábitos y estilos de vida que te han conducido a convivir con la enfermedad, al sobrepeso, a la obesidad, a consumir fármacos de forma habitual, a padecer dolores crónicos, a padecer depresiones y otras enfermedades mentales, etc.
No es casualidad que el Ministerio de Salud de Japón agrupe enfermedades como el cáncer, las enfermedades del corazón, del hígado, la diabetes, las enfermedades vasculares del cerebro, la hipertensión o el colesterol, en una denominación específica: enfermedades relacionadas con el estilo de vida. Dichas enfermedades tienen su origen en los hábitos y no en la edad. No es casualidad que la Organización Mundial de la Salud haga públicos cada vez más informes relacionando nuestros hábitos con el desarrollo de multitud de enfermedades, como el reciente informe referido al consumo de carne procesada y carnes rojas. Que por cierto, no debería suponer ninguna sorpresa, ya que muchos de los estudios en los que se basan para elaborar su informe existen desde hace décadas.
Nuestra salud está apoyada por diferentes actividades que suceden comúnmente en nuestra vida diaria, de las que acostumbramos a ser conscientes, como el comer, beber, hacer ejercicio, descansar, dormir, mantener el ánimo, etc. Pero también por otras de las que no solemos tener consciencia, como nuestros bloqueos emocionales, nuestras creencias, nuestra concepción de la vida, o los mensajes que recibimos por medio de nuestro cuerpo.
La salud y la sanación natural no tienen que ver con evitar los médicos, tienen que ver con no necesitar ir al médico. Para las terapias basadas en fármacos, siempre dependeremos de las empresas farmacéuticas y los médicos. Para la salud, en última instancia, dependeremos exclusivamente de nosotros mismos. Es nuestra obligación aprender a controlar los factores que nos conducen a disfrutar de una vida de calidad, y cuanto antes mejor.
La autoconciencia y el autocuidado conforman la única manera eficaz de garantizar una vida saludable, larga y plena.
Convertirnos en expertos de nuestra propia salud, dándole al mantenimiento de cada una de las cuatro dimensiones —emocional, física, mental y espiritual— la importancia que requiere es posiblemente la tarea más importante que todos deberíamos abordar. De ello dependen nuestras capacidades físicas y mentales.
Autor: Ricardo Eiriz, de su Blog http://ricardoeiriz.blogspot.com.es/