Quienes aceptan el concepto de felicidad que transmite por ejemplo Coca Cola en sus anuncios, entienden la felicidad como la suma de pequeños momentos placenteros. Para los que entienden la felicidad del modo en que nos transmiten los anuncios de automóviles, la felicidad se obtiene cuando conseguimos aquello que tanto deseamos. Otros entienden la felicidad en base a tener determinada persona al lado, en que no le suceda nada malo a sus seres queridos,… En todos estos casos la felicidad proviene del exterior, no depende de uno mismo, y consecuentemente es efímera.
Cuando entendí que en lugar de mirar hacia fuera en busca de la felicidad debía mirar hacia dentro, entendí también que nada ni nadie tiene la capacidad de hacerme feliz o infeliz.
Las personas que se cruzan en nuestra vida, así como las experiencias que vivimos, únicamente son circunstancias que cada uno de nosotros interpreta a su manera en base a sus creencias y sus experiencias previas. Una misma situación puede llevar a una persona a estar motivada, centrada, a dar lo mejor de si misma, mientras que a otra le puede llevar a ser tremendamente infeliz.
No son, por lo tanto, las circunstancias sino la interpretación que cada uno hace de esas circunstancias, y ahí entra en juego nuestro subconsciente.
Nuestro subconsciente es el responsable real de nuestra felicidad. Es quien determina nuestras respuestas emocionales, nuestros sentimientos y nuestra forma de reaccionar en cada instante. Si deseas vivir feliz, basta con darle a tu subconsciente las instrucciones apropiadas para interpretar la vida de forma positiva, optimista, alegre,…
Nuestra forma de entender la felicidad es la clave para poder alcanzarla. Si nuestras creencias definen la felicidad como un estado interior que no depende de las circunstancias, de las personas, del dinero,… siempre podremos vivir felices, porque la felicidad se convierte en una opción de vida, en una decisión personal.
Si por el contrario, nuestro subconsciente tiene interiorizada una visión de la felicidad creada como consecuencia de la suma de pequeños momentos de placer, de mantener a nuestro lado a esa persona que amamos, o de conseguir comprar el coche que tanto deseamos, viviremos en una montaña rusa emocional, siendo la felicidad una de esas emociones que aparecen puntualmente.
Para mí, la felicidad no es una emoción, y por lo tanto no es una reacción emocional. Yo entiendo la felicidad como un estado interior de equilibrio, paz, plenitud, realización,…, compatible con todo tipo de emociones, y que me permite estar centrado en todo momento, gestionar las emociones que se presentan de inmediato, y no caer secuestrado por las circunstancias ni las personas que se cruzan en mi vida.
Podemos vivir felices el cien por cien de nuestro tiempo. Para ello basta con programar nuestro subconsciente de ese modo. Afortunadamente es mucho más fácil de lo que la gente cree. Si te gustaría vivir de ese modo, date la oportunidad de experimentarlo. Eso sí, te advierto, una vez lo has probado, no hay vuelta atrás.
Asume la responsabilidad sobre tu propia felicidad. ¡No te arrepentirás!
Ricardo Eiriz
Creador del Método INTEGRA, de transformación a nivel subconsciente, y autor de los libros “Método Integra”, “Escoge tu camino a la felicidad y el éxito”, “Un Curso de Felicidad”, “Apunta Alto” y “El Alma de la Salud”